Patrimonio Natural
La UNESCO, en la ciudad neocelandesa de Christchurchen, el 28 de junio de 2007, declaró al Parque Nacional del Teide Patrimonio Natural de la Humanidad por ser “uno de los lugares más ricos y diversos en sucesión de paisajes volcánicos y espectacularidad de valores naturales de todo el mundo… Elevándose unos 7.500 m sobre el suelo oceánico, configura la tercera mayor estructura volcánica del mundo localizada en un entorno espectacular. El impacto visual es aún mayor debido a las condiciones atmosféricas que crean cambios constantes en las texturas y tonos del paisaje y forman el “mar de nubes”, un impresionante telón de fondo de la montaña. El Teide aporta evidencias de suma importancia para la comprensión de los procesos geológicos que ocurren en la evolución de las islas oceánicas, complementando las cualidades volcánicas ya inscritas en la lista del Patrimonio Mundial, tales como las del Parque Nacional de los Volcanes de Hawai (Estados Unidos)”. Este reconocimiento fue fruto de un trabajo tenaz de más de cinco años.
La UNESCO declaró al Parque Nacional del Teide Patrimonio Mundial principalmente por motivos geológicos, pero existen otros aspectos de enorme importancia como patrimonio natural, algunos de ellos intangibles como las combinaciones de luces y colores que coinciden en un lugar del espacio y el tiempo. La altitud del Parque condiciona su climatología por varias razones, siendo una de las principales la aridez, debida a que la capa de aire húmedo, que forma el mar de nubes, se encuentra normalmente por debajo de sus dominios.
Su climatología de alta montaña también lo somete a varias nevadas y heladas invernales. Ese conjunto de circunstancias crea una isla dentro de la Isla de Tenerife en la que han evolucionado numerosas especies y endemismos.
La Declaración de Patrimonio no es el final del camino, sino un compromiso que a todos nos obliga a defender, conservar y poner en valor este singular espacio natural.